¿Locos o genios?
“El cambio” ese concepto al que rechazamos por miedo a lo desconocido. “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” dicen, pero la situación actual ya es lo suficientemente mala como para seguir en ella como hasta ahora. Nos da miedo errar y no saber salir de ahí, pero sin prueba y error jamás se hubiera llegado a descubrir medicamentos, teorías, tecnologías… En definitiva: no habríamos evolucionado.
En el mundo de las marcas pasa lo mismo. Cuesta innovar, romper moldes y experimentar para salir de la zona de seguridad. No debemos permitir que las marcas no participen en el cambio del mundo, deben hacer que las cosas sucedan, no verlas pasar.
No hay revolución sin revolucionarios. No hace falta armarse hasta los dientes para cambiar las cosas, sólo hace falta actitud y unos pequeños trucos:
- Del logo a la marca. El logo refleja parte de la marca. La marca es la que comunica la esencia de la empresa: su alma, su carácter, su personalidad. La marca es la promesa materializada.
- Del producto a la experiencia. El cliente no quiere comprar productos, quiere consumir experiencias. Lo primero se olvida, lo segundo se archiva para siempre en la memoria y los recuerdos.
- De la honestidad a la confianza. La honestidad se da por sentada, la confianza debe ser conquistada.
- Del monólogo al diálogo. Dialogar es interactuar con el consumidor, que hoy está ávido de participar. Puedes unirte a la conversación o mejor aún, crearla.
- De la calidad a lo inimitable. La calidad es un estándar. Lo inimitable es lo que hace la diferencia. Pasará la crisis y aquellas marcas que sólo apostaron por descuentos o precios bajos lo tendrán más complicado que aquellas que lo hicieron por preservar el valor de la marca.
- Del individuo a la comunidad. Se pasa de la soledad del consumidor a compartir en comunidad, a crear valores y propósitos sobre los que aglutinar intereses comunes.
- De seguir a ser seguido. El nuevo mundo genera seguidores. La marca debe crear para lograr ser líder, no copiar. No hay líderes sin seguidores. Es un ciclo inexorable, donde todos se necesitan.
- Del después al tiempo real. Del más tarde, mañana o la semana que viene a la instantaneidad. Las redes sociales y las nuevas tecnologías exigen a las marcas un esfuerzo extra. Vale la pena invertir en ello, la recompensa puede ser enorme: fidelidad.
- Del servicio a las relaciones. El servicio vende, las relaciones fidelizan.
- De lo complejo a lo simple. Ser simple acerca. Lo complejo despierta desconfianza.
- Del todos a cada uno. Cada empleado importa y se convierte en un embajador de la marca. Cada cliente es relevante y es también embajador de la marca. Por eso, cuidar el factor humano es de una relevancia total.
Sólo la gente que está lo suficientemente loca como para pensar que puede cambiar el mundo, es quien lo logra. Algunos los ven como los locos. Otros como genios. Ellos inventan. Ellos imaginan. Ellos exploran. Ellos crean. Ellos inspiran. Ellos impulsan la humanidad hacia delante. Ellos cambian nuestro mundo. Y uno de esos genios locos podría ser Juan Llorens que con su nombre ha levantado hace más de 15 años la empresa Juan Llorens Grupo desde la que innova, crea y comunica desde un punto de vista sostenible.